Loire a Velo – Río Loira en Tándem

En nuestras vacaciones durante la segunda quincena de agosto de 2014, llevamos a cabo la que sería una de nuestras aventuras más gratificantes … Recorrer los castillos del río Loira en Tándem.

Valle del Loira

El Valle del Loira, situado en el centro de Francia y patrimondio mundial por la UNESCO, es un entorno natural incomparable bañado por el río Loira, cuya grandeza serpentea entre verdes paisajes y ciudades llenas de historia, y está salpicado por más de mil castillos que se alzan majestuosos para darle la bienvenida. Esta turísitca región presume de ser una de las más románticas de Europa.

El gobierno francés, inteligentemente, aprovechando el carácter llano y la belleza de esta región decidió crear 800 km de carril bici, convirtiendo esta región en la ruta con mayor número de ciclistas al año de Europa. Además de los carriles bici, exclusivos y asfaltados casi en su totalidad, hay una gran oferta de alojamientos, así cómo alquiler de bicis en múltiples puntos, talleres y un tren que recorre todo el Loira transportando bicicletas de manera gratuita. En resumen, por su carácter llano, por el gran número de castillos, ciudades medievales y la facilidad para los ciclistas esta ruta resulta ideal, incluso para hacerla con niños. Solo hay que elegir un lugar de inicio y fin, planear las etapas y volverse en tren.

Nuestra Ruta

Nosotros decidimos ir desde Saumur hasta Orleans, la parte central del Loira, donde se concentran los puntos más interesantes de la ruta completa que cruza todo Francia de este a oeste.

Dividimos la ruta en 4 etapas:
Saumur – Langeais (69.6 km) Strava 1
Langeais – Amboise (63.9 km) Strava 2
Amboise – Muides-Sur-Loire (69.7 km) Strava 3
Muides-Sur-Loire – Orleans (47.4 km) Strava 4

Ruta en Ekibike

Ruta en Google Maps

Datos de la Ruta

Distancia: 249 km
Altura inicio: 33 m
Altura fin: 109 m
Desnivel ascendido: 1862 m
Desnivel descendido: 1787 m
Tiempo en Tándem: 15 h (contando tiempo recorrido por pueblos)

Sentido de la Ruta

El sentido en el qué realizar una ruta lineal es clave. Los ríos van hacia el mar y los humanos cuando hablamos de recorrer un río siempre pensamos en recorrerlo en el sentido de la corriente. De hecho, aproximadamente un 95% de los cicloturistas lo recorren río abajo.

Cuando planificamos nuestra ruta leímos en muchos foros y blogs una sola queja sobre la ruta .. «El Viento». Fuerte viento constante había retrasado los planes de muchos cicloturistas e incluso había obligado a cancelar la ruta a algunos. Leímos que el viento siempre o casi siempre viene del mar, es decir, río arriba, y estuvimos mirando el tiempo durante semanas y efectivamente siempre soplaba en esa dirección, así que en contra de la humanidad hicimos la ruta río arriba y no pudimos acertar más.

La pendiente practicamente es llana, rondando el 1%, por lo que es mucho más importante tener el viento a favor que la pendiente.

El primer día tuvimos un poco de viento en contra muy flojo. Los otros tres días tuvimos viento a favor siempre, a veces fuerte, que nos permitió realizar las etapas a mayor velocidad de la prevista. Así que cómo recomendación realizar la ruta del loira río arriba, o lo que es lo mismo, de oeste a este.

Nuestra aventura

Día 1. Saumur – Langoais (24 Agosto)

69.6 km, 4h 15min, 16.4 km/h, 574 m

Esa mañana salimos de Ruffec, donde dormimos en casa de los trabajadores asidonenses, entre ellos Rodrigo y Carolina, quiénes pudieron acompañarnos el primer día después que el día antes apañaramos una bici sin cambios y enana para Rodrigo.

En dos horas llegamos a Saumur, una ciudad medieval preciosa. Aparcamos y tocaba algo difícil, montar el tandem con todo el equipaje. El tandem americano «trek double cross» tiene aproximadamente 15 años, pero está en perfecto estado, lo compramos de segunda mano por 1/5 de su precio original que es superior a 2000 euros. El tandem está preparado para llevar la alforja trasera, y apañamos como pudimos la alforja delantera. Hicimos maravillas con alforjas y cuerdas, aún así si girábamos con brusquedad la alforja tocaba la rueda, y si cogíamos un bache se rompían las bridas y teníamos que poner nuevas. Por suerte eso solo pasó 2 veces.

Con el tandem montado sumábamos 20 kg tandem + 40 kg equipaje = 60 kg. Es lo más parecido a un tractor en bicicleta. Hay que tener en cuenta que llevábamos una tienda de campaña, dos sacos, chandals, esterillas, ropa ciclista, algo de comida, candado, herramientas, repuestos, cremas… Por suerte, entre nosotros dos no llegamos a los 110 kg, por lo que éramos un bloque de 170 kg.

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Con esas condiciones salimos hacia el centro de Saumur. Llegamos al río, al puente viejo que cruza la ciudad desde donde se divisa una preciosa estampa de la ciudad y donde también está la oficina de turismo donde tomamos los primeros planos.

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Aunque la ruta es llana en las ciudades a veces hay que subir alguna cuesta. Empezamos pronto y para subir al castillo de Saumur tuvimos que subir una cuesta, una de las dos o tres en las que tuvimos que pararnos en todo el recorrido. El castillo es un típico y bonito castillo, que por mala suerte estaba en obras, pero aún así mereció mucho la pena llegar hasta él.

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Pasado el castillo tomámos una preciosa foto del castillo con el Loira al fondo y tomamos la eurovelo que te saca rápidamente de la ciudad.

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La eurovelo es una red de rutas por toda Europa. Hay por ejemplo una que une Cádiz con Atenas y por el Loira pasa una camino de Budapest. En muchos tramos la eurovelo coincide con La Loire a Vélo. Siempre tenemos más de una alternativa para seguir nuestro camino. Desde Saumur se puede ir totalmente llano bordeando el río o por algunas colinas de viñedos y aldeas, opción que tomamos nosotros. Nuestra opción tenía algunas cuestas, pero mereció la pena por ser una zona diferente al resto de la ruta. Un poco más rural, al estar alejado del río. Pronto nos adentramos en esos enormes campos de viñedos donde se producen una gran variedad de vinos franceses.

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Este tramo que hicimos entre Saumur y Montsoreau, después de los viñedos circulaba por debajo de una pared vertical donde habían a veces casas, restaurantes o tiendas dentro de la roca. Por lo visto, además hay unas grutas a través de las rocas donde se puede circular en bicicleta, zona que nosotros nos saltamos por falta de información.

Después de esa zona de paredes verticales de rocas y pequeñísimas aldeas y bares llegamos al río. Circulamos varios kilómetros por vereas de tierra en buen estado hasta Monstsoreau. Paramos en su castillo y atravesamos este pequeño pueblo en busca de Chinon.

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Hasta Chinon perdimos la ruta y fuimos por carretera. Fue el único tramo de toda la ruta que tomamos por carretera con coches, aunque hay que decir que los coches eran bastante escasos. Además este tramo también fue el único en el que nos sopló un poco de viento en contra, por lo que fue de los que más costaron.

Llegamos a Chinon con hambre pues pasaban ya hora de comer. Chinon es una pequeña ciudad medieval, con un gran castillo en lo más alto.

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Amarramos las bicicletas en la plaza del pueblo, recorrimos sus calles y comimos en la puerta del castillo. Comimos bocatas que llevábamos comprados desde Ruffec.

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Después de comer nos despedimos de Rodrigo y Carolina, que volvían a Saumur, para trabajar el lunes en Ruffec. Nosotros teníamos que seguir nuestro camino ya que nos faltaba casi la mitad del recorrido. Estábamos teniendo suerte porque había chispeado un poco, pero sin llegar a mojarnos.

Para subir al castillo y atravesar el pueblo hay un ascensor donde caben las bicicletas, pero no la nuestra. Así que subimos la cuesta del castillo con el tandem, las cuestas son especialmente duras con el tandem y el peso. Cuando casi llegábamos arriba nos cruzamos con el primer tandem, una pareja en un tandem cannondale de carretera precioso que nos dieron ánimos para terminar la dura pendiente.

Desde Chinon fuimos casi todo el tiempo cuesta abajo hacia nuestro siguiente destino (castillo), Rigny Ussé. Íbamos por la carretera pensando cuánto quedaría para el castillo cuando de repente lo vimos a nuestra derecha. Este castillo es precioso, de hecho, es el castillo en el que está inspirado el castillo de la bella durmiente. Nos hicimos unas fotos antes de irnos y vimos nuestro segundo tandem.

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Tras las fotos y que una italiana nos estropeara un video seguimos nuestro camino, ya atardeciendo, bordeando las tranquilas aguas del Loira por carriles bicis de dos metros entre árboles y preciosos paisajes. Llegamos a nuestro primer destino nocturno, Langoais. Cruzamos el largo puente de hierro, atravesamos sus calles hasta llegar al camping municipal, donde dormimos por 5 euros cada uno. Fuimos andando hasta Langoais (1 km) y cenamos muy barato en una especie de pizzería. Cenamos al aire libre pizza y quebap con cerveza Kronenbourg. El camping no tenía vigilancia, nada abierto de noche y apenas dormíamos unas 5 familias. Un camping precioso y tranquilo, casi cómo dormir en el campo pero con servicios y una mayor tranquilidad pues se veía en las demás personas su carácter viajero y amable.

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Día 2. Langoais – Amboise (25 Agosto)

63.9 km, 3h 46min, 16.94 km/h, 206 m

Nos levantamos no muy temprano, con bastante dolor de espalda por la falta de costumbre de dormir en el suelo. Recogimos bastante rápido y pagamos al único empleado del camping, un joven muy amable y afeminado. Al montarnos en el tandem Inma sintió las agujetas del día anterior al sentarse en el sillín, y la cosa empeoró cuando a los dos minutos comenzó a chispear. Pasamos por Langoais para visitar su castillo, al cuál no entramos porque era muy caro. Cómo seguía lloviendo entramos a desayunar en una chocolatería. La chocolatería parecía de un cuento de disney, con muchos dulces perfectamente hechos a manos, decoración antigua de castillo y muy agradable. Allí estuvimos hasta que dejó de chispear por lo que acabamos comenzando nuestra ruta sobre las 12, muy tarde.

Fuimos bordeando el río por un carril ciclista llano y en perfecto estado.

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Pronto vino nuestro primer destino: El castillo de Villandry. Desde el río tomamos una senda a la derecha con altos árboles a ambos lados y al fondo muy lejos el castillo. Este castillo es uno de los más grandes y la cosa prometía. Pero desde tan lejos no se veía bien, y cuando nos acercamos lo suficiente no se veía nada por un enorme muro que tiene el castillo en su alrededor. Le dimos la vuelta a todo el castillo intentando sacar al menos una foto decente y no hay manera, hay que pagar la entrada. Por lo que la primera parada fue un poco decepcionante.

A continuación seguimos bordeando el río, pero no el Loira, sino el río Cher, que transcurre casi paralelo al Loira en esta zona y se unen más abajo. Entre esos dos ríos queda enclavada una gran ciudad: Tours.

Tardamos bastante tiempo en entrar en Tours, que tiene 300.000 habitantes, aunque la entrada fue muy cómoda ya que discurre por parques periurbanos y la Loire a Velo atraviesa completamente la ciudad. Después de una media hora entrando en Tours llegamos a lo que claramente ya era centro. Grandes edificios nos alertaban que estábamos en la primera de las dos grandes ciudades a las que llegaríamos. Concretamente estábamos en pleno ayuntamiento.

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Buscamos la oficina de turismo y visitamos la ciudad a medias entre pedales y a pie. La arquitectura del casco antiguo, salpicada de madera, sorprende y hace muy grato el pasear por esta ciudad. La plaza Plumereau y sus alrededores muestran la gran historia y belleza de esta ciudad.

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Donde acaba la parte antigua encontramos un tranvía que parece interminable y al otro lado del tranvía está el segundo centro. Una parte más moderna con menos monumentos pero que alberga la catedral y el castillo de Tours, ambas muy bonitas, aunque no tan especiales cómo su casco antiguo. Frente a la catedral, en un cesped comimos un bocadillo, pues ya estabamos retrasando la comida. Un poco más adelante de Tours comimos otro bocadillo que compramos en una gasolinera, ya que el anterior era pequeño.

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De nuevo volvíamos a nuestro río, el Loira, y seguimos durante bastantes kilómetros muy pegados a él, hasta el pueblo de MontLuis-Sur-Loire. Atravesamos este pueblo por la misma Loire a Velo, que sube al pueblo, pero es muy bonito. Nos planteamos si tomar la carretera que era más llana, pero al final nos alegramos, ya que durante algunos kilómetros, fuimos viendo unos viñedos preciosos de la región de Tourania, famosa por el vino. Había pequeñas cuestas pero que conseguíamos subir casi con la inercia de las bajadas. Vimos casas preciosas por esta zona y viñedos como estos:

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Se acabaron las colinas y viñedos en la población de Lussault-Sur-Loire, donde volvimos a pedalear junto al río hasta nuestro destino final del día, Amboise.

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La llegada a Amboise fue espectacular. Amboise, es quizás la población más bonita de todo el recorrido, aunque también la más turística y cara. Llegamos disfrutando de su castillo, y cruzamos su puente hasta una isla en el propio río con vistas a la ciudad. En esta isla dormíamos, en un camping. Teníamos mucha ilusión por llegar a este camping, ya que aunque sea un camping resulta un alojamiento de lujo. Una isla en un gran río con vistas al castillo de Amboise, y por tan solo 3 euros por persona y 3 por tienda.

Al llegar a las puertas del camping vimos dos tandem juntos, pero eso no era lo más sorprendente, lo más sorprendente era que uno de los tandem era exactamente el mismo modelo que el nuestro, a pesar que son bicicletas de las que se vendieron muy pocos modelos.

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Este camping si tenía mucha gente, es normal, es inigualable. Pero también tenía unos grandes servicios y la gente guardaba silencio y había mucho respeto. Montamos nuestra tienda junto a unos españoles y nos fuimos a conocer la pequeña ciudad. El tiempo, cómo todo el día, estaba nublado, pero la lluvia nos respetaba.

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La ciudad o el pueblo tiene muy pocas calles, pero todas de piedra con arcos y detalles preciosos y siempre con su majestuoso castillo al fondo. A pesar de ser muy pequeño hay numerosos restaurantes, casi todos con gente, hay un pequeño carrefour y una oficina de turismo por lo que este pueblo resulta ideal para alojarse. La única pega que los restaurantes son más caros de lo normal. Aún así comimos una pizza, un entrante y una botella de vino por 25 euros, que no es tan poco una locura, pero si que era muchísimo más alto que los precios que acostumbramos cuando viajamos.

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Cuando fuimos a salir del restaurante nos llevamos la sorpresa de que estaba diluviando con una fuerza sorprendente. Después de un rato de discusión sobre que hacíamos porque el camarero con cierta malage nos decía que tenía que cerrar nos fuimos a la casapuerta de al lado. Seguía diluviando y el camping estaba más o menos a 1km, y hacía unos 10 grados. Finalmente Higinio pidió dos bolsas de basura enormes al restaurante, les hicimos dos agujeros para los ojos y echamos a andar. Pasamos por delante de un pub y nadie pudo evitar reirse, pero nosotros llegamos secos y perfectos, además de la pecha de reir que nos dimos. Lo malo vino después; la cremallera exterior de la tienda no cerraba y nos encontramos parte del suelo de la tienda mojado. Tuvimos que dormir los dos pegados en una parte de una tienda y cerrar con cinta de carrocero cómo pudimos para que no entrara demasiado. No dormimos demasiado mal, aunque nos despertamos varias veces a secar agua. Y así terminó nuestro segundo y emocionante día.

Día 3. Amboise – Muides-Sur-Loire (26 Agosto)

69.7 km, 3h 38min, 19.18 km/h, 300 m

Nos despertamos tempranito y sacamos todas las cosas que teníamos mojadas en la tienda. Por suerte el camping tenía una secadora, donde metimos sacos y ropa mojada durante media hora y se quedó todo seco. Tuvimos suerte.

Otro día más armamos nuestro ya querido vehículo con todos los bártulos y nos fuímos hacía el centro de Amboise, donde desayunamos unos bocadillos comprados en el carrefour express y pedimos algunos mapas en la información de turismo.

La Lóire a Vélo se adentraba en el pueblo hasta el Chateau de Leonardo Da Vinci y luego se alejaba del pueblo subiendo por detrás del castillo, lo que dejaba una bonita estampa de este bello pueblo con el río al fondo. Seguimos unos kilómetros con algunas colinas y luego decidimos dejar ese camino para seguir la carretera paralela al río, que tenía muy poco tráfico y era completamente llana. Pasamos por Mosnes, Rilly-sur-Loire, Chaumont-sur-Loire y llegamos hasta Candé. Descansamos un poco aquí, tomamos unas barritas e hicimos algunas fotos a un antiguo puente de piedra todo lleno de flores rosas y blancas, algo típico de los pueblos de esta región.

Aquí cambiamos un poco de dirección y carretera y cogimos uno de los posibles caminos que te ofrece siempre la Loire a Vélo, creo recordar que el naranja. Finalmente no pareció el acertado pues no iba en línea recta, pero gracias a eso pudimos atravesar unos bosques enormes y silenciosos, tanto que a veces daba miedo.

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Después de hacer unos 10 km de frondosos bosques salimos a una carreterra que nos llevaría directo a Blois, otro de los puntos fuertes de esta ruta.

Blois es una mezcla entre Ambloise y Tours. Por un lado es más una ciudad que un pueblo, y por otro guarda mucha similitud con la imagen de pueblo bonito y medieval de Amboise. Igualmente tiene un puente precioso, un Castillo y una catedral imponente que la hacen una ciudad preciosa, además con mucho más ambiente y servicios que Amboise. Quizás tiene el tamaño y la localización perfecto para ser un punto de partida de rutas circulares. Nos hubiera gustado hacer noche aquí pero no nos cuadró en nuestra planificación.

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Aquí estuvimos con una cierta sensación de felicidad, por mi parte(Higinio) porque llevábamos una velocidad media mucho más alta que días anteriores, por parte de Inma por verse capaz y sentirse con fuerzas para terminar por tercer día consecutivo una etapa de 70 km, algo que jamás había hecho, y por parte de ambos porque estábamos en una ciudad preciosa, porque habíamos visto cosas increíbles y aún nos quedaba por ver el castillo más famoso de todos, el de Chambord.

En Blois comimos en un Kebap en una calle que terminaba en la catedral, aunque a distinta altura, eso sí. Luego visitamos la ciudad en Tándem llegando hasta su castillo donde tomamos fotos y disfrutamos del gran ambiente del que gozaba.

Luego tocó continuar nuestro camino. Nos quedaban 20 km hasta el famoso castillo de Chambord, por lo que estimamos hora y pico para llegar, pero las ganas y el viento a favor hicieron que llegáramos en 45 minutos. El castillo de Chambord es inmenso y llegar en Tándem una maravilla ya que se encuentra dentro de una reserva nacional parte y propiedad del mismo castillo. Creo que con dejar las fotos sobran las descripciones:

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Después de estar un buen rato por las inmediaciones del castillo nos fuímos para casita, que en ese día estaba en Muides-Sur-Loire. Inicialmente teníamos mirado un camping pero mirando por internet decidimos cambiar ese camping por el camping municipal de Muides-sur-Loire, debido a las dos magníficas experiencias de los dos camping municipales anteriores. Así que finalmente fueron tres noches en tres camping municipales muy recomendables. Que pena que no exista este tipo de campings en España a esos precios.

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Tras montar nuestra tienda muy cerquita del río cómo cada noche nos propusimos buscar un restaurante para cenar, y la misión resultó imposible. Sólo encontramos un restaurante en otro camping lujoso con unos precios altísimos. El pueblo era muy pequeño y además estaba ya todo cerrado. Finalmente cenamos al aire libre, la temperatura era buena, unas latas de conservas y algunas cosas más que llevábamos aún en las alforjas.

Después de la etapa más bonita y completa, con la siguiente imagen comenzaba nuestra tercera y última noche de Tándem por el río Loira, que a pesar de su magnitud se dedicaba a cursar suavemente esta tierra susurrando al oído de quiénes teníamos el placer de dormir en ella, haciendo aún más dichosa nuestra felicidad en este atractivo viaje.

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Día 4. Muides-Sur-Loire – Orleans (27 Agosto)

47.4 km, 2h 24min, 19.75 km/h, 98 m

Por suerte esa noche solo chispeó un poco y nos levantamos secos, y además dormimos muy bien. Desayunamos en el mismo camping con provisiones del día anterior y nos pusimos en marcha muy tempranito, ya que no queríamos que ningún imprevisto nos hiciera perder el tren que nos llevaría de vuelta y que ya teníamos pagado desde semanas antes.

Nada más abandonar el camping cruzamos el río y fuímos por la otra orilla, por la orilla izquierda. El paisaje en esta parte fue un poco monótono, aparecieron cultivos de secano y cosas tan feas cómo una central nuclear en islas del propio río.

No tardamos demasiado en llegar a Beaugency, donde el día mejoró, ya que se trata de un bonito y cuidado pueblo. Desde lejos vimos su puente.

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Luego seguimos por la misma orilla y kms más adelante ya cruzamos a nuestra orilla de ciclo habitual. Seguía bastante monónota esta parte hasta que llegamos a Saint-Hilaire-Saint-Mesmin donde encontramos un bonito parque con un edificio antiguo y decidimos hacer una parada de descanso.

Ya nos quedaba muy poco para nuestro destino, nos lo indicaban los típicos carteles e indicaciones que están por todas partes en esta ruta.

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Y al fin, la meta, Orleans. La segunda gran ciudad de la ruta después de Tours, con 150.000 habitantes.

Era temprano, faltaba para comer, sobre la 13 h. Teníamos el tren a las cinco de la tarde, por lo que teníamos unas horas para ver la ciudad. Entramos hasta una de las plazas centrales y desde aquí vislumbramos su gran catedral al fondo, hasta la cual llegamos a través de las vías del tranvía. Fue un emocionante fin de viaje, ya que la calle era larga y avanzábamos rápidamente hacia la catedral, donde terminaba oficialmente nuestro viaje.

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Luego estuvimos visitando las calles del centro de Orleans. Es una ciudad muy moderna, con mucho ambiente pero no es muy monumental, ni mucho menos tan bonita como Tours, Blois o Saumur. Nos fotografiamos junto a una gran estatua de Juana de Arco y comimos en un McDonals frente a la estación de tren, porque tenía wifi y además era lo más barato.

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Antes de montarnos en el tren llegó un revisor que nos abrió el vagón de bicicletas en el cuál se transportan gratuitamente las bicicletas y subimos el tándem por una rampa y lo amarramos bien a unas barras que lleva el vagón.

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El billete nos costó 27 euros a cada uno y fue lo más caro del viaje, pero era necesario. Los billetes se pueden adquirir con antelación en esta página y sólo hay que tener cuidado de coger un horario en el cuál el tren tenga un icono de bicicleta, que quiere decir que puede transportar bicicletas gratuitamente y sin necesidad de reserva. Casi todos los trenes lo tienen y son frecuentes por lo que se puede tomar por la mañana, medio día o por la tarde.

Finalmente hicimos inversamente en hora y media de tren todo el recorrido que habíamos hecho en Tándem en cuatro días, ahora desde otra perspectiva. La vuelta en tren fue una mezcla de alegría por lo vivido y tristeza por que se había acabado.

Tuvimos que volver a montar en Tándem cuando llegamos a Saumur, para llegar hasta el coche, y tuvimos la suerte de volver a cruzar su puente, esta vez además con sol.

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Para terminar

Resulta difícil pensar que pueda haber un sitio más ideal para nuestro propósito que el valle del Loira. Por supuesto habrá sitios más bonitos y atractivos para el cicloturismo. Pero para cicloturismo en Tándem, con tanto peso, donde no podemos afrontar cuestas duras ni largas, resulta perfecto. Perfecto por la belleza de los castillos y los paisajes, por la cantidad de campings baratos y de calidad, por la constante compañía del río y por las múltiples alternativas de vías exclusivas para ciclistas. Quizás podamos comparar con la ruta del Danubio desde la selva negra a Budapest, o con recorrer los países bajos, ambas rutas aparentemente llanas y bonitas, pero para eso tendríamos que tener la gran suerte de poder hacerlas para poder compararlas, el tiempo decidirá si nos ofrece esa oportunidad.

Resulta difícil también pensar en dos personas que pudieran compaginarse tan bien en algo tan difícil cómo un Tándem con alforjas y sobre todo que disfrutasen tanto juntos del camino, que al fin y al cabo es de lo que se trata la vida.

Por último, os dejamos un video realizado con gran parte de las fotos que aquí hemos puesto y con algunos videos que grabamos, esperemos que anime a muchas personas a embarcarse en esta bonita aventura.

Guipúzcoa

El pasado Agosto estuvimos en Guipúzcoa. Ya habíamos estado hace dos años, pero en una breve visita a San Sebastián, su capital.

Nos quedamos en Hernani, cerca de San Sebastián. Un pequeño, tranquilo y bonito pueblo. El alojamiento fue en una casa de intercambio preciosa y acogedora de un profesor de la Universidad de San Sebastián, Félix, quien fue un encanto con nosotros.

Llegamos el miércoles día 20 a la hora de comer y nos fuimos el sábado temprano. A pesar del poco tiempo, nos recorrimos toda la costa de Guipúzcoa, ya que no es muy grande. Sólo nos faltó el interior de la provincia.

Los puntos claves que visitamos se pueden ver aquí:

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Día 1

El primer día nos dedicamos a disfrutar de Hernani y de la tranquilidad de la casa. Pronto notamos gran diferencia con el sur, pues en cuanto anocheció el pueblo se quedó totalmente vacío. Nada de terrazas, nada de gente paseando…Claro, la temperatura era de unos quince grados.

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Día 2

El Jueves nos levantamos con la intención de recorrernos la gran parte de la costa guipuzcoana, y eso hicimos. Fuimos por autopista hasta Deba, pueblo nada destacable, aunque sí el entorno, con la desembocadura del río y el arenal. Tras pasar Deba y parar varias veces en la carretera, ya que tenía vistas a los acantilados,

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decidimos buscar la playa y los acantilados de Sakoneta, los cuales venían en una de las guías que llevábamos.

Nos costó encontrar un buen y no lejano sitio donde dejar el coche. Recorrimos muchos mini carriles asfaltados con fuertes pendientes hasta que dimos con el restaurante y parking que viene en el mapa. Desde aquí, anduvimos tan solo diez minutos por un agradable y verde paseo hasta que llegamos a los acantilados. No hace falta explicarlos, mejor poner directamente las fotos:

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De esta playa no nos podíamos ir sin bañarnos, aunque al final nos llevamos una grata sorpresa pues el baño fue más agradable de lo esperado ya que el agua estaba a unos 21 grados y fuera hacía 18 o 19, por lo que se estaba mejor dentro que fuera.

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A continuación nos dirigimos a Zumaia, un pueblo pequeño, no demasiado monumental, pero con una gran belleza natural. Comimos como de costumbre unos bocatas en la playa, desde donde se pueden ver unos bonitos acantilados.

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Curiosamente, estos acantilados son los mismos que se ven desde la ermita que aparece en la película «Ocho apellidos vascos», la cuál visitamos después, y desde donde se ven unas vistas muy recomendables.

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Vimos también la iglesia del pueblo y continuamos por la costa hasta nuestro siguiente pueblo, Getaria. El día cambió bastante y salió el sol, por lo que antes de visitar el pueblo, nos dimos un buen baño en su playa, donde estuvimos haciendo snorkel.

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Luego visitamos el pueblo, que aunque pequeño, es de una gran riqueza histórica y monumental. Muy cerca estaban los viñedos de los cuales provienen el chacolí, pero algo teníamos que saltarnos y no los vimos. Aquí, en Getaria, nació Juan Sebastián el Cano.

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Para terminar el día de la mejor forma posible seguimos hasta Zarautz, pueblo de Carlos Arguiñano. Recorrimos sus ambientadas calles salpicadas de turistas, compramos unas cervezas vascas, y nos fuímos a un lugar mágico, la montaña donde termina la gran playa de Zarautz. Para llegar allí basta con seguir las indicaciones del camping, e incluso introducirse dentro, apenas hay que andar. Se unen muchos elementos para formar una puesta de sol perfecta, verde, montaña, playa…

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Fue precisamente gracias al camping cómo conocimos este lugar, ya que en su página web presumen de tener la puesta de sol más bonita del mundo. Creemos que exageran, pero desde luego, es preciosa.

Luego volvimos a Zarautz, donde estuvimos de pintxos, de cerveza y de vinito de la tierra.

Día 3

El viernes nos levantamos tarde, además estuvimos comprando algunos productos para continuar nuestro viaje hacia Francia, por lo que llegamos a nuestro primer destino pasada la hora de comer. Estábamos en Hondarribia, y ni siquiera una vez nuestro coche aparcado imaginábamos que nos fuera a gustar tanto. Sin duda es el pueblo más bonito que vimos en Guipúzcoa y por lo que hemos estado leyendo así lo consideran.

Es un pueblo monumental con una gran casco histórico. Callecitas y plazas, todo de piedra y con unas vistas envidiables hacia las verdes montañas de Francia y a la desembocadura del río Bidasoa que separa ambos países.

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Visitamos también el faro de Hondarribia, pasada su playa y su puerto. Bonito lugar.

Ya sólo nos quedaba volver y de paso visitar San Sebastián, la capital. Hay una autovía rápida que une ambos camino, pero encontramos una carretera secundaria por la cuál nos arriesgamos a coger y no pudimos tener más suerte. Dimos con un lugar idóneo para ver una puesta de sol, y por el azar de las nubes y los colores vimos un atardecer más bonito si cabe que el del día anterior.

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Para terminar nuestra estancia visitamos San Sebastián, el cuál ya conocíamos. Recorrimos sus calles y cenamos con unos buenos pintxos.

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Dormimos en Hernani y a la mañana siguiente partimos para Francia, hacia nuestra segunda aventura de nuestro viaje de vacaciones de verano.

Cómo conclusiones poco más de lo que pueden decir las fotos. Paisajes preciosos y espectaculares, muy distintos a los del sur por la presencia del verde y de las montañas, bonitos pueblos, maravillosas puestas de sol y rica gastronomía. Agur Guipúzcoa!!

Sierra de Cazorla: Tres días, tres ríos

La pasada Semana Santa estuvimos en el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, esta vez, con Maripaz y Fernando.

Salimos desde Málaga compartiendo coche con una chica jienense que conocimos a través de la página web de BlaBlaCar, y nos hemos alojado en una casa rural muy acogedora en La Iruela de intercambio con la nuestra. Cada vez existen más posibilidades de viajar barato y no por ello renunciar a la comodidad de viajar en coche, dormir en una casa y acudir a restaurantes.

El miércoles lo dedicamos al viaje de ida y el domingo al de vuelta, por lo que en la sierra hemos estado tres días completos. Así, y haciendo caso a un buen consejo, hemos titulado esta entrada «Tres días, tres ríos».

1º día. Río Borosa.

El jueves hicimos el primero de los senderos: El sendero del río Borosa. Este sendero es el más popular de toda la Sierra de Cazorla. Parte de la piscifactoría que se encuentra a 1.5 km del centro de visitantes Torre del Vinagre y llega hasta el nacimiento del río Borosa desviándonos para visitar también la laguna de Valdeazores. En total son 26 km, de los cuales la mitad transcurren por veredas con fuertes pendiente y piedras, por lo que se hace largo y cansado, pero merece la pena. Concretamente, hasta la central eléctrica el sendero es muy fácil, siendo completamente diferente tras pasar la central.

Ruta en Ekibike.com

El sendero tiene de todo, cañones, puentes, cascadas, pozas para bañarse, túneles, lagunas, etc. Lo podéis comprobar en las fotos. Nosotros lo empezamos tarde, sobre la 13 h, por lo que nos cogió la noche en el último tramo. Fue una experiencia genial, en la que hubo una gran mezcla de sensaciones entre el cansancio y la satisfacción de haber alcanzado nuestra meta del día, haber conocido sitios y vivido momentos tan especiales.

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Por la noche, fuimos directamente a cenar unas tapitas al pueblo de Cazorla, donde pudimos ver alguna de sus procesiones de Semana Santa.

2º día. Río Guadalquivir.

El viernes por la mañana hicimos el sendero circular del Cerrado de Utrera, un cañón formado por el paso del río Guadalquivir, de 1,5 km.

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Luego comimos y nos bañamos en el famoso Puente de las Herrerías, más arriba del Guadalquivir.
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Luego seguimos por pista forestal durante 7 km hasta el nacimiento del río más importante de Andalucía, pero su nacimiento, es más bien pobre y soso. Desde ahí, volvimos en coche a La Iruela por una pista forestal de 22 km que está en muy buenas condiciones y además es preciosa. Lo más destacable es el mirador del Chorro donde pudimos avistar de cerca, con los prismáticos en mano, de Buitres y otras aves interesantes en un increíble paisaje.

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Por la tarde-noche dejamos la sierra y nos fuimos a visitar la monumental Úbeda, preciosa ciudad patrimonio de la humanidad, en la que pudimos vivir el ambiente de las tradicionales procesiones de Semana Santa de esta ciudad.

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3º día: Río Segura.

Para llegar hasta el nacimiento del río Segura tuvimos que recorrer 100 km de carretera de sierra, pasando nuevamente por el Pto de las Palomas, Arroyo Frío, Torre del Vinagre, Mirador de Félix Rodriguez de la Fuente, embalse del Tranco de Beas, pueblo de Hornos, puerto de Pontones y finalmente Pontones, donde comimos un menú muy abundante y rico en el mesón El Cortijo.

Desde el pueblo de Pontones, después de terminar de comer a las seis de la tarde, tomamos una carretera asfaltada a la derecha que en 3 km nos llevó al nacimiento del río Segura. El nacimiento es precioso, es el más bonito de los tres que hemos podido ver en este viaje, ya que el agua sale con fuerza de un inmenso agujero que parece no tener fondo. Este río, a pesar de nacer tan cerca del Guadalquivir muere en el mar Mediterráneo, al contrario que el Guadalquivir que muere en el Atlántico.

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Después de ver el nacimiento no teníamos ganas de repetir otra vez la carretera de 100 km de curvas, ahora ya conocida, así que nos aventuramos por una pista forestal que parte justo del nacimiento y no pudimos tener más suerte. A pesar de que el coche sufrió un poco, atravesamos toda la sierra de Segura por la pista forestal, por un paraje casi desértico e insólito, a casi 2000 metros de altitud. Fue un momento muy especial para todos.

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Después de pasar por varios refugios de montaña llegamos a la sierra de Cazorla de nuevo, y el paisaje cambia totalmente. Cazorla es más escarpado y con más vegetación y Segura inmenso, solitario y despoblado. Entramos en Cazorla poco antes de las nueve, atravesando una verja que solo está abierta hasta esa hora. Entramos en una zona de máxima reserva y aquí empezó el espectáculo de la puesta de sol. La pista mejora considerablemente a partir de la verja y vimos ardillas, cabras montesas y ciervos por un paisaje realmente espectacular. Es muy recomendable tomar esta pista desde curiosamente el puente donde comienza el sendero de la Cerrada del Utrero, en Vadillo Castril. Pasamos por detrás de la laguna de Valdeazores, por lo que completamos el círculo.

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Fueron 55 km de pista forestal maravillosos, en los que atravesamos toda la sierra y disfrutamos como niños.

El domingo ya de vuelta visitamos Baeza. En nuestra opinión, nos pareció más bonita esta ciudad que Úbeda.
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Tras esta visita, fuimos en dirección a Jaén capital. Si bien se trata de una pequeña ciudad, situada en un bonito enclave entre montañas, pudimos ver la Catedral y el Castillo que bien merecen la pena.

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De esta manera, disfrutamos de una Semana Santa maravillosa, muy económica, con buenos compañeros de viaje y cerca de casa. Cazorla tiene casi todo lo que se espera de un paraje natural, por lo que en parte, nos ha resultado más atractivo por su variedad que otras sierras como Sierra Nevada, los Alcornocales, Sierra Morena o Grazalema.

Norte de Marruecos en Bicicleta

Esta vez el viaje fue en transporte distinto y con distinto compañero. Yo, Higinio, fui con mi hermano Rodrigo en bicicleta a recorrer el norte de Marruecos.

Lo primero que hay que decir es que hay muy poca información en la red, por eso me he animado a escribir este viaje en el blog MaeztuLucero, aunque fuera un viaje solo Maeztu, para que les pueda servir a otras personas. En esta zona de Marruecos y supongo que en todo marruecos no te encuentras a ningún ciclo turista, y supongo que eso lleva a esta falta de información.

Nuestra ruta completa la podéis ver en estos dos tramos, porque Google no sabe unir una carretera:
Primer Tramo
Segundo Tramo

Primera Etapa : Tanger MED – Tetuán – ChefChaouen

Partimos en barco previamente reservado desde Algeciras, a las 9 de la mañana, el 19 de Agosto. Viajamos con la compañía FRS, que nos costaba 22€ por persona y nos dejaba llevar nuestras bicicletas a bordo. Llenos de ilusión, con ganas y con mucha incertidumbre de lo que nos podríamos encontrar llegamos hora y media después al puerto de Tanger MED. Los trayectos a este moderno puerto salen bastante más baratos que a Ceuta o a Tánger, y además es todo más fluido y el paso de la frontera es rápido y sin complicaciones. En el mismo barco te sellan el pasaporte y al llegar allí basta con pasar una aduana sin colas ni demasiado control.

El policía marroquí de la aduana fue muy amable, y al decirles que éramos de Andalucía ni siquiera nos hizo sacar el segundo pasaporte. Cambiamos euros por dírham nada más pasar la aduana y comenzamos nuestro viaje.

Anticipadamente la primera etapa parecía la más dura, 115 km por en interior, y con un puerto de montaña en la segunda parte de la etapa de 35 km. Tomamos la nacional hacia Tánger durante 7km hasta Ksar Sghir. En este pequeño pueblo giramos a la izquierda para tomar la carretera P4701 dirección a Tetuán. Esta carretera es una carretera secundaria ideal para la bicicleta de montaña. Tiene muy poco tráfico, y a veces pasa de ser asfalto por tierra. La carretera en general es ascendente ya que comienza en la misma playa, y en un tramo tiene unas rampas considerables. En estas rampas comenzamos a notar el peso de las alforjas y la calor, eso, unido a que Rodrigo llevaba varias semanas sin cogerla le hicieron sufrir y llegar hasta vomitar. Así que el viaje empezaba muy mal, ya que ambos veíamos que no íbamos a poder llevar a cabo nuestros planes. Tomamos coca cola por 50 centimos en un bar perdido y seguimos por esta carretera.

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Pasamos por varios pueblecitos de tierra, con mucha gente en la calle y donde se veía bastante pobreza. En uno de ellos dos niños marroquís se emocionaron al vernos y nos siguieron con sus bicis durante bastantes km.
Llegamos a Tetuán sobre la hora de comer con viento en contra y con Rodrigo bastante tocado. Decidimos que tras comer pensaríamos si modificar nuestro recorrido. Descansamos varias horas, comimos, y conocimos a un amable marroquí que llevó a Rodrigo a conocer su casa, su familia, e incluso lo quiso invitar a comer. Todo esto hizo que Rodrigo se recuperara y decidimos seguir nuestro camino.

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Subimos el puerto que sube las Montañas de Rift de 35 km con viento a favor y bastante bien. Había bastantes pueblos con fuentes donde llenábamos los bidones y nos bañábamos completamente de agua para soportar la calor. Esta carretera, la nacional N2, es una auténtica locura. Tiene un tráfico horrible, con muchos camiones, es estrecha y los coches van muy rápidos. Lo pasamos bastante mal en este aspecto, pues los marroquís son unos suicidas. Adelantan cuando te ven, se meten en el otro carril, ignoran las líneas continuas y pasan aproximadamente a 30 ctmos de ti. Tuvimos que tirarnos varias veces a la cuneta para que no nos atropellaran. Desaconsejo totalmente esta carretera. Hay una alternativa más a la derecha y por la izquierda se veían pistas forestales. A parte de eso nos preguntaban constantemente si queríamos que nos llevaran, nos pitaban varias veces, nos saludaban… como si nunca hubiesen visto a un ciclista.

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Casi de noche, llegamos a nuestro primer destino, ChefChaouen. Para llegar tuvimos que subir 6km finales, con varios al 12% de pendiente media, pero mereció la pena el premio. Esta ciudad es preciosa.

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Cuenta la leyenda que, cuando España estaba gobernada por los musulmanes, un emir marroquí, Sidi Ali Ben Rachid, se enamoró de una muchacha de Vejer llamada Zhora. Cuando los musulmanes fueron expulsados del país, ambos emigraron a Marruecos y el emir, para paliar la añoranza que tenía su amada de su pueblo, mandó construir uno similar, que es Chaouen.

Nos quedamos en la azotea de un hostal de la Medina por 5 euros. Hacía mucha calor, por lo que el alojamiento resultó perfecto. Cenamos un menú por 4 euros, conocimos la ciudad y nos fuimos a descansar.

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Segunda etapa: ChefChaouen – Oued Laou – Stehat

Salimos tardísimo, a la 1 de la tarde; por levantarnos tarde, por hacer algunas cosas en Chaouen y por esperar que nos hicieran unos bocadillos para el camino. Tras retroceder un poco por la N2, tomamos la P4105, una carretera secundaria ideal para el ciclismo. Es preciosa pues va por los cañones que forma el río Laou en su camino desde las Montañas del Rift hasta la costa.

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En el km 30 nos desvíanos hacia Ackhour. Es un lugar precioso. Es una presa donde confluyen dos ríos de aguas frías y cristalinas, en medio de una vegetación exuberante y en pleno parque nacional Talassemtane. Aquí había muchísima gente, bañándose y disfrutando de sus vacaciones. Todos marroquís. Tuvimos que andar varios km empujando la bici pues había un caos tremendo entre gente andando y coches en varios sentidos. Tres horas después seguía el mismo caos pues solo había un carril y había cientos de coches en ambos sentidos. Es el caos de tráfico más grande que he visto en mi vida y allí parecía algo normal, nadie pitaba, nadie se inmutaba y nadie parecía tener prisa.

Tras bañarnos y descansar en estas aguas seguimos nuestro camino hasta la costa.

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Serían las 5 de la tarde y la calor era asfixiante. Tuvimos que subir un puerto de unos 5km donde sufrí una pájara. No podía pedalear con la calor y con las fuertes pendientes. Finalmente, ese mal rato pasó y arriba me recuperé con una coca cola salvadora.

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Antes de llegar a Oued Laou vimos varios campos enteros sembrados de Marihuana. Marruecos es el primer país productor de hachís y concretamente en estas montañas se concentran las mayores plantaciones. Las más grandes están bastante adentradas en las montañas, pero nosotros pudimos ver algunas a pie de carretera.

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Llegamos a Oued Laou con 65 km, y pensábamos dormir por la zona. Tomamos la nacional de la costa hacia la derecha buscando un hotel, aunque al día siguiente iríamos hacia la izquierda. Llegamos a Kaa Asrass. Un pueblo costero, de albero, sucio y bastante pobre pero con una inmensa playa. La playa estaba llena de casetas de veraneantes marroquís.

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No había hoteles y la playa estaba demasiada llena, así que decidimos seguir hacia Targha. La carretera subía bastante alto y luego bajaba hacia este pueblecillo, así que llegamos ya bastante cansados por la dureza de la subida. Nuestra sorpresa fue cuando nos dijeron que allí tampoco había hoteles, su playa también estaba abarrotada, era casi de noche y el siguiente pueblo un hombre decía que estaba a 7 km y otro a 10 km. Además aseguraban que no había muchas cuestas.

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Finalmente fueron 12 km y subimos dos grandes cuestas, una de 3km y otra de 4km. Psicológicamente fue el momento más duro de todo el viaje. Nuestras piernas no podían, nuestra cabeza no quería y ya era de noche. Llegamos a un tercer pueblo, Stehat, donde nos aseguraron que había un hotel. Bajamos hasta la misma playa y nos tumbamos, estábamos totalmente destrozados. Nos comimos los bocadillos que nos prepararon en Chaouen, olían regular pero seguimos comiendo por el hambre tan grande que traíamos.

Fuimos a buscar el hotel y nos dijeron que estaba arriba del pueblo. Otra vez a subir, y ya eran casi las 11 de la noche. El hotel estaba cerrado. Preguntamos por casa de alquiler y nos dijeron que en torno a los 150 €. No entendimos estos precios. La cosa siguió a peor, empezó a dolernos la barriga por el bocadillo, y sabedores que estaba malo y nos haría daño, decidimos provocarnos en vómito. Ya sin muchas alternativas decidimos dormir en la playa.

Nos sentíamos seguros, en todo el viaje nos hemos sentido seguro. Mucho más que en muchos sitios de España. En esta playa, la gente dejan su sombrilla y su silla para el día siguiente, y nadie se la quita.

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Nos dimos un baño nocturno en las tranquilas aguas mediterráneas, compramos pescado frito para recenar, montamos nuestro chiringuito con las bicis y dormimos estupendamente, a pesar de lo sufrido y de que finalmente hicimos 90 km, pero en un completo sube y baja. Con más de 3000 metros acumulados.

Tercera etapa: Stehat – Oued Laou – Tetuán – M´diq

Salimos sobre las 9 de la mañana, conscientes de que teníamos que hacer a la inversa los últimos y fatales km del día anterior. No se hicieron tan duros, por la buena temperatura y por ya ser conocidos. En uno de los altos de esta carretera nos encontramos con el único cicloturista de todo el viaje, un vasco que estaba haciendo Ceuta – Melilla, nuestra primera idea que menos mal que no hicimos, pues esa nacional no para de subir y bajar.

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Desayunamos fuerte en Oued Laou: dos huevos fritos con aceite de oliva riquísimo y con un pan redondo tamaño piza pequeña y coca cola grande. 1.25 € cada uno, increíble.

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De Oued Laou hacia Tetuán la carretera siguió igual y la carretera subió a la montaña una seis veces más. Cada vez que subía como mínimo eran 3 km y casi siempre con alguna rampa del 11-12 %. En una de las bajadas, en el pequeño pueblo de Aouchtame Bni Said nos dimos un buen baño en su preciosa playa. Llamaban la atención las mujeres completamente vestidas bañándose en el agua.

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Todos estos pueblos pequeños y costeros se ven muy pobres, como si fuesen España hace 70 años, sin embargo, llegando a Tetuán todo cambia. Aquí se ve todo mucho más civilizado y más cercano a nuestros pueblos. De hecho, encontramos hasta un McDonal donde paramos para usar su wifi. Desde Tetuán hasta la frontera de Ceuta es una zona muy rica. Residencia y hoteles de lujo, mucha policía, carreteras de doble vía con medianas ajardinadas. Igual o más lujoso que la costa de sol. Increíble las diferencias que se ven en unos kilómetros.

Llegamos a M´quid, pueblo donde pensábamos dormir. Este pueblo estaba repleto de policías y de veraneantes. Llenos de bares con terrazas y ambiente veraniego. El Benidorm de Marruecos para que me entendáis. Aquí cenamos a las 6 de la tarde un pollo y un plato de paella para cada uno por 5 euros por persona.

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Quisimos encontrar hotel y estaba todo completo por lo que seguimos en dirección a Ceuta. Había una zona con más presencia policial aún, nos dijeron que en esa zona, estaba el rey de vacaciones. Hablamos con varias personas que nos aseguraron que era imposible encontrar un hotel allí, así que decidimos dormir de nuevo en la playa.

A las siete estábamos instalado en la playa que íbamos a dormir, por lo que estábamos contentos por no pasar la angustia de la noche anterior buscando alojamiento. Además estábamos más tranquilo si cabe pues estaba todo lleno de policías.

Caía la noche cuando yo me dedicaba a hacer fotos como estas:

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Entonces se nos acercó un policía y nos dijo que no podíamos dormir ahí. Un amigo intentaba convencerlo de que nos dejara pero no hubo maneras. Según él, allí se podía acampar, como en el resto de Marruecos, pero como estaba el rey, no dejaban ni siquiera pescar. En definitiva, que otra vez de noche, nos vimos sin sitio donde dormir. Esta vez peor aún pues no teníamos ni la opción de la playa. Finalmente tras unos cuantos km y análisis del terreno nos quedamos a dormir en un brazo de cesped que rodeaba un hotel de lujo.

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Así que nosotros, españoles, dormimos en un césped, a oscuras, viendo como los marroquís bailaban y se bañaban en su hotel de lujo. Desde luego no llevábamos esa idea de Marruecos. Sinceramente, una sensación y una situación que me alegraba enormemente. Estábamos allí de lujo. De nuevo nos dormimos con 90 km en nuestras piernas.

Cuarta etapa: M´diq – Ceuta – Tanger MED

Nos levantamos a las ocho y emprendimos nuestra última y más corta etapa. Avanzamos por urbanizaciones de lujo a orillas del Mediterráneo hasta poco antes de la frontera de Ceuta y giramos a la izquierda cruzando todas las montañas que se ven desde Tarifa para acabar en el océano Atlántico. Tomamos nuestro barco de vuelta a las dos de la tarde y terminó nuestro aventurero y bonito viaje a Marruecos.

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Consejos y Conclusiones:

Si vas a una ciudad turística como Chaouen o Tetuán en temporada alta mejor reservar alojamiento.
Comprar el billete de vuelta del barco desde aquí. Allí la misma compañía nos quiso cobrar el doble para la vuelta y tuvimos que acudir a otra. Los billetes son abiertos y tienen un año para usarse, por lo que no es problema comprarlos con antelación.

Si vas en verano no hace falta usar tienda de campaña, por las noches hace una temperatura ideal.

En el norte de Marruecos mucha gente habla español.

Para la ruta que nosotros hicimos, bicicleta de montañas con gomas finas es lo ideal.

Marruecos es muy barato, pero depende por donde te muevas puede haber mucha diferencia de precios.

El norte de Marruecos es casi todo lo que no creíamos. No hemos tenido ningún problema con sus habitantes, es más, me atrevo a decir que es donde mejor gente he visto y conocido. En cada pueblo, cada bar, cada parada se nos acercaban varios a preguntarnos que cómo estábamos, que qué necesitábamos y por supuesto a darnos la bienvenida a su país. He leído que en ciudades como Tánger la gente no es tan así y he comprobado que los que vienen para España suele ser lo peor de lo que hay, o los que la extrema necesidad les lleva a delinquir o a no tener esa simpatía y generosidad.

El norte de Marruecos no es para el ciclo turismo o hay que buscar alternativas. Las carreteras nacionales son extremadamente peligrosas. Cada uno y en varias ocasiones estuvimos muy cerca de que nos atropellaran. Sería estupendo encontrar una guía de pistas forestales o carreteras menos transitadas.

Marruecos es una joya por descubrir, que pronto va estar mucho más avanzada y que está a tan solo 14 km de nosotros.

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Karst de Moravia y Bohemia Sur

El primer fin de semana de abril, decidimos visitar algunos de los pocos lugares cercanos a Praga que nos quedaban por visitar. En principio era una ruta por pueblos y castillos pintorescos, de la zona de bohemia del sur, pero finalmente añadimos también a la ruta la visita al Karst de Moravia.
Fuimos desde Praga, de nuevo en coche de alquiler, en buena compañía con María y Mari Ángeles, chiclanera y jienense respectivamente, beneficiarias también de la Beca Leonardo en Praga y buenas compañeras y amigas de esta segunda aventura en Rep. Checa.

La ruta que hicimos fue la siguente: Ruta Karst y Bohemia

Propast Macocha (Karsts de Moravia)

Nuestro primer y más alejado destino sería el único destino natural del día. Una zona de Moravia, cercana a Brno, que se dice es el lugar donde hay más espeleólogos por metro cuadrado de Europa; y no es para menos. Es una zona, que además de ser de un alto valor paisajístico, guarda en sus entrañas más de 1000 cuevas o galerías subterráneas. Nosotros solo visitamos una, una de las cuatro visitables para inexpertos y quedamos encantados.
Ya en el coche veníamos atravesando tremendas extensiones de nieve blanca y virgen, nada que ver con la nieve pisoteada de las ciudades. Cuando bajamos en Propast Macocha había aún más nieve que en el camino, pues es una zona un tanto elevada.
Primero vimos una garganta con una cueva al fondo, y sin mucho pensar ni mucho preguntar decidimos empezar a hacer un sendero indicado. La bajada fue un tanto resbaladiza, pues tenía una fuerte pendiente y de pisar los excursionistas estaba helado, y solo Higinio llevaba un calzado adecuado, por lo que hubo varios resbalones.
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Tras un ratillo andando llegamos a una de las cuevas visitables, Punkva Caves. Cuando llegamos nos dimos cuenta que había un teleférico que nos llevaba en un minuto desde donde estaba el coche a la cueva, pero bueno, el paseo bien mereció la pena, a pesar de los resbalones. Compramos cuatro tickets para una visita guiada por la cueva, sin saber muy bien cómo iba ser. Pagamos unos 8 euros cada uno, que nos pareció en principio un poco caro.
Un chico checo muy joven, nos iba a hacer de guía, y por nosotros, pusieron también una traductora un poco resacosa. Pero bueno, tampoco necesitaba demasiada explicación aquella maravilla. Para quienes lo conozcáis es como las cuevas de Nerja o la gruta de las maravillas, pero a lo grande. Estalactitas, estalagmitas y extrañas figuras que formaban las gotas de aguas y la erosión a lo largo de los años. Fuimos haciendo paradas en las distintas salas, cada una con un nombre y unas curiosidades, enormes salas rocosas.
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Luego, de repente, vimos una claridad y salimos a una tremenda garganta abierta por el final. Al momento nos dimos cuenta que era la misma garganta que habíamos visto desde arriba.
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Para terminar, llegó lo mejor, casi la mitad del recorrido la hicimos en una barca por unas galerías llenas de agua por donde cabíamos a lo justo, tanto es así que las personas sentadas en los extremos laterales de la barca tenían que agacharse para no darse con las paredes. Este rato, sin duda, fue lo mejor de todo el día. Bien merecía la pena el dinero que costaba.
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La vuelta la hicimos en teleférico que costaba 60 Kc solo ida. 3 €.

Telc

A continuación, ya sobre la hora de la comida fuimos hasta Telc, un pequeño pueblo de Bohemia del sur. Su casco histórico y más concretamente su plaza es patrimonio de la humanidad por la UNESCO. En su bella plaza comimos unas pizzas.
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Además de la plaza, el pueblo tenía una torre, un castillo, y una muralla tras la cual había un precioso lago helado.
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Trebón

Antes de llegar a Trebón, nos saltamos Jindrichuv Hradec y Trebic, por falta de tiempo, pues en el karst estuvimos gran parte de la mañana.
Trebón está rodeada de lagos, en una pequeña colina. De arquitectura muy similar a Telc, resultaba muy agradable pasear por sus plazas y sus calles. Por supuesto, merece la pena, pero si se va muy justo de tiempo viendo Telc ya conoces este tipo de arquitectura, aunque por supuesto, tienen diferencias.
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Cervená Lhota

Para terminar, y después de saltarnos de nuevo por falta de tiempo otros lugares como el castillo de Hluboká o Holasovice, fuimos al castillo de Cervená Lhota. Más que castillo es una gran casa o mansión, pero el lugar donde está es espectacular. Sobre una roca en medio de un lago, que para mayor belleza, estaba helado.
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Ya anocheciendo, nuestra ruta del día había finalizado, y nos marchamos de este lugar en dirección a Praga.
Este viaje nos vino a confirmar, desde luego, que República Checa no es sólo su capital. En estos dos años, hemos podido tener la oportunidad de ver muchos castillos, pueblecitos y lugares naturales que hacen de este pequeño país un destino perfecto y variado para conocer mundo.

Munich, Baviera, Castillo de Neuschwanstein, Salzburgo y Hallstatt

La pasada Semana Santa hicimos otro viaje desde Praga, esta vez solos los dos desde Praga, pero nos uníamos con nuestro amigo Chano el sábado. Queríamos conocer Munich, Salzburgo y un poco de los Alpes austriacos cercanos a estas ciudades. Como en nuestro viaje a Berlín, conseguimos un intercambio de casa con otra familia, que en principio vendrán a Medina después del verano. En cuanto al transporte, la opción que elegimos fue alquilar un coche en el aeropuerto de Praga para los 4 días. Tuvimos mucha suerte ya que alquilamos un coche pequeño por 20€/día pero no tenían disponible el coche y nos dieron un Seat Alhambra, un coche mucho más cómodo y seguro.
Salimos de Praga el jueves a la hora de comer, y llegamos a las seis de la tarde a Munich. Todo el trayecto fue a través de autovías, y en Alemania además no hay límite de velocidad en la mayoría de los tramos, así que llegamos en poco tiempo a nuestro destino.
Ya en Munich, para poder circular con el coche por la parte central de la ciudad es necesario tener una pegatina en el coche que certifique que tu coche cumple ciertas restricciones de emisiones de gases. La zona central no corresponde con el centro histórico de la ciudad, es bastante más grande y se denomina «anillo medioambiental». Lo bueno es que para aquellas personas cuyo coche no cumpla las restricciones, o para aquellas personas que como nosotros visitamos la ciudad, existen numerosos P+R en el borde del anillo. Los P+R son parking amplios para aparcamientos por días completos, valen muy baratos y están justo o cerca de las estaciones de metro. Nosotros concretamente aparcamos en el OlympiaZentrum, que tan sólo costaba 1.5€ el día y que en pocas paradas nos llevabas hasta la casa que habíamos intercambiado.
Una vez dejamos el coche, cogimos el metro justo al lado y llegamos a nuestra casa de intercambio. La casa estaba en pleno centro de Munich, a tan solo 2 paradas de metro de MarienPlatz, el corazón de la ciudad. Conocimos a Inés, la dueña de la casa, que nos dejó la casa para nosotros y se marchó.
No quisimos perder mucho tiempo y fuimos a conocer el centro. La verdad es que ya las primeras impresiones nos encantaron. Una ciudad muy monumental, viva, limpia y cuidada, con un gran poder económico pero a la vez una ciudad manejable. El centro, que es precioso se recorre en unas horas. Este es el tipo de ciudades que nos suelen gustar por lo que antes de seguir contando cosas decir que nos encantó Munich, una de las ciudades más bonitas que hemos visitado.
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Una vez en el centro, nos tomamos unas cervezas alemanas de rigor, y nos fuimos a nuestra cercana casa alemana a descansar.

El viernes por la mañana nos levantamos, fuimos hasta el coche en el metro y salimos en dirección a Salzburgo. Hubo algunas retenciones y nuestros planes se retrasaron, pero finalmente no nos perdimos nada. Llegando a Salzburgo tomamos la carretera hacia el sur, carretera que habíamos transitado hace un año antes en nuestra vuelta de Praga a España. Luego nos desviamos de la autovía para adentrarnos en los Alpes.
Hay que decir que todo Munich y sus alrededores estaban completamente nevados. Íbamos viendo paisajes totalmente nevados siempre, por lo que al entrar en los Alpes la nieve no fue noticia, de hecho estaba incluso menos nevado por ser cara sur, pero si despertaron nuestro interés los espectaculares paisajes. Fuimos parando haciendo fotos hasta llegar a nuestro principal destino, Hallstatt.
Para definir este lugar la mejor palabra es idílico. Es la típica imagen que tenemos en nuestras mentes de pueblo alpino ideal. Pueblo pequeño y bonito, en el borde de un lago y rodeado de hermosas montañas nevadas. Este pueblo austriaco es uno de esos sitios que es visita obligada para los amantes de la naturaleza. Como pueblo pequeño, quizás es el más bonito hemos visto nunca, por el entorno, claro, como pueblo hemos visto otros más bonitos.
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Almorzamos justo al borde del lago unos bocatas que llevábamos. Fue una gozada sin duda. Desde luego las mejores comidas, las más agradables o las más románticas no necesitan siempre de un restaurante caro, mejor un lugar maravilloso y unos bocatas. Después de comer nos fuimos para Salzburgo viendo en nuestro camino más lagos parecidos con pueblecitos, pero ninguno tan bello como Hallstatt.

Salzburgo, la ciudad natal de Mozart, está justo donde comienzan los Alpes, por lo que desde la ciudad se contemplan picos de 2000 y 3000 metros. Lástima que ese día, en esta cara norte, estaba nublado y no veíamos las montañas que tienen que hacer de Salzburgo una ciudad aún más bonita. Es una ciudad pequeña, como Cádiz, con un centro de callecitas estrechas, iglesias y monumentos, y en lo alto de la ciudad, visible desde todos lados, su imponente castillo. Salzburgo es una ciudad distinta, a pesar de tener tantos monumentos no luce ese color dorado de los monumentos como la Giralda o los de Munich. Es precisamente del color de la sal que lleva su nombre. Salzburgo significa Castillo de Sal. Y eso lo hace muy bonito y especial.
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Después de callejear, de visitar la catedral o la plaza de Mozart decidimos subir al castillo. Se puede subir andando o en un funicular que cuesta algo caro, 8 euros ida y vuelta. Esta vez hicimos una excepción a nuestras costumbres y subimos en subimos en funicular, porque llegamos muy tarde y no nos daba tiempo de visitar otras cosas.
El castillo es precioso, todo blanco y conservado en un perfecto estado. Dentro es un gigantesco museo con salas donde explican la historia del castillo y la ciudad, especialmente el periodo de la primera guerra mundial, donde el imperio astro-hungaro cayó y en cuya guerra Salzburgo tuvo un importante papel.
Las vistas desde el castillo son impresionantes, a pesar de que estaba nublado.
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El patio del castillo con este inmenso árbol guardaba un aroma especial, como algo mágico.
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Bajamos antes de anochecer y visitamos el resto del centro.
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Cenamos en una pizzería pero antes, subimos a una pequeña colina en el otro lado del río desde donde había una vista de la ciudad espectacular.
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Cenamos temprano e hicimos el camino hasta Munich, que tan solo está a una hora pero tardamos algo más porque no paraba de nevar. A Munich llegamos cansados de todo el día y nos fuimos directamente a casa a descansar.

El sábado nos levantamos temprano para ir al aeropuerto de Memmingen (Munich oeste) para recoger a Chano, que llegaba en vuelo Ryanair desde Málaga. Tras encontrarnos con él, nos dirigimos ya los tres al castillo de Neuschwanstein, que estaba a menos de una hora del Aeropuerto.
El castillo de Neuschwanstein es uno de los castillos más famosos del mundo, inspirador para Walt Disney y nominado a ser la octava maravilla del mundo, al igual que la Alhambra. Este castillo ha sido visitado por más de 60 millones de personas. Se encuentra en la falda de los Alpes, rodeado de lagos y de exuberante vegetación, lo que hace aún más especial esta joya arquitectónica. El castillo fue construido por el Rey Loco (Luis II de Baviera), y su idea era construir un castillo como los de los cuentos de hadas que tanto le gustaban.
Para adquirir las entradas es necesario guardar varias colas, que pueden ser recortadas reservando por internet, pero en temporada alta aún así hay que esperar bastante tiempo a tu turno. El Sábado Santo (día en que nosotros lo visitamos) puede ser uno de los días en que más gente visita el castillo. Por lo que nosotros decidimos no comprar la entrada para verlo por dentro ya que perderíamos mucho tiempo en la espera. La entrada costaba 14 euros.
Para aparcar tuvimos que pagar 5 euros en un inmenso parking que hay. Justo allí está otro castillo, también bonito, pero nada que ver con el de Neuschwanstein. Es el Castillo de Hohenschwangau. Este castillo también fue construído por el rey Loco y está justo debajo de la colina del otro castillo.
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Para subir a la colina cogimos un bus que cuesta 2,80 € ida y vuelta. La subida es un poco más larga que la subida de Medina.
Según leímos, lo más espectacular de la visita es ver el castillo desde un puente cercano, el puente de Marienburg. Nosotros tuvimos muy mala suerte, aunque el castillo nos encantó, nos fuimos de allí con un sentimiento de desilusión y tristeza porque no habíamos podido ver el castillo en su esplendor por una intensa niebla. Para que entendáis nuestra desilusión, os mostramos una foto de cómo se veía el castillo en nuestra visita, y otra foto que le hicimos a una postal, que es como se normalmente se puede ver.
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El puente es espectacular, aunque no viéramos apenas el castillo, nos quedamos impresionados de la altura de éste y de las cascadas que había en el río que cruza. Fuimos hasta el castillo que está a unos diez minutos del puente y vimos lo que la niebla nos dejó ver. Había largas colas para la entrada, donde iban mostrando en un panel los números de visita. Pasamos por una puerta de dónde salía gente y entramos, y un túnel nos condujo hasta dentro del castillo. Así que sin entrada al final pudimos ver algunas habitaciones, y la verdad que era muy curioso, pero creemos que quizás no merece la pena las colas y el dinero porque lo más impresionante es por fuera.
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Comimos allí mismo unas salchichas y bocatas, y nos fuímos para Fussen, el pueblo más cercano al castillo, que es bastante bonito, y ya que se va al castillo su visita es muy recomendable. También tiene un pequeño castillo.
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En nuestro plan del día teníamos pensado cruzar hasta Austría y visitar el tercer Castillo del Rey Loco, el de Linderhof, y el pueblo de Oberammergau, pero era bastante tarde y fuimos ya camino de Munich. Ya en Munich, llegamos a la casa y rápidamente nos fuimos al centro para hacer el tour de la cerveza. Este es un tour donde te llevan por varias cervecerías, te cuentan historias sobre la cerveza y la ciudad, y en el precio te incluyen algunas cervezas. Nos lo pasamos muy bien con una familia Aragonesa que conocimos y con la guía que era muy amable.
Una de las cervecerías en las que estuvimos fue la cervecería HB, creo que la más grande del mundo, donde hay cientos de alemanes bebiendo cerveza todos los días y donde Hitler dio en el gran salón de la foto su primer discurso en público sobre sus ideas políticas.
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Al final del tour, la familia aragonesa se fue antes de terminar y nos dejaron una considerable cantidad de cerveza solo para nosotros.
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Así terminamos el largo día del sábado. El domingo por la mañana hicimos el free tour, donde nos contaron la historia de la ciudad con varias anécdotas. Después de comer, y dar un último paseo por el centro viendo nevar, partimos en nuestro viaje de vuelta hacia Praga, a donde llegamos a las nueve de la noche tras dejar el coche en el aeropuerto.
Como veréis en las fotos este fue uno de los viajes más bonitos que hemos hecho nunca, y lo sería aún más si hubiésemos conseguido ver el castillo del Rey Loco tal y cómo queríamos. Pero nos conformamos con Salzburgo y Munich, las cuáles son dos ciudades muy recomendables para visitar, y Hallstatt es sencillamente espectacular. Recomendamos sin ninguna duda hacer este viaje a Baviera y Austria, así como por otros cercanos lugares muy interesantes de visitar, que a nosotros no nos dio tiempo en sólo cuatro días.

Berlín

Este fin de semana fuimos desde Praga a visitar Berlín, la capital de Alemania. Esta vez fuimos acompañados de los granainos Alex y Carmen, y de Clara, sevillana, que están trabajando con la beca Leonardo con Inma aquí en Praga.

El alojamiento como otras veces lo conseguimos intercambiando la casa del campo, a donde la familia alemana irá en septiembre, y para desplazarnos alquilamos un coche. Estas ciudades distan de unas 3 horas y media, aunque la ida fue un poco más larga ya que durante parte del recorrido nos cogió una nevada, y casi en todo el recorrido el carril izquierdo estaba nevado y no se podía adelantar con facilidad. Pero bueno, con seguridad y paciencia llegamos a Berlín a las diez y media de la noche.

El gran problema del coche, por el contrario de un medio de transporte público, era el aparcamiento. Ya nos había advertido la dueña de la casa que por la zona era casi imposible aparcar, pero tuvimos una suerte excepcional y justo en frente de la puerta encontramos el único hueco libre que había en toda la manzana, la mujer no se lo creía. Empezó bien la cosa. Subimos a la casa y conocimos a la dueña (Antonia), la cual fue muy simpática y amable, nos enseñó la casa y tras hablar un rato con Alex que era quién mejor se desenvolvía con el inglés, se marchó.

Estábamos en Berlín y teníamos que aprovechar, pero entre que salimos tarde y que tuvimos un problema con la máquina de tickets del Metro, cuando fuimos a cenar era la una de la madrugada y no nos quedó otra opción que cenar en un McDonals en la zona económica de la ciudad, Postdamer Platz.

Hay que decir que Berlín estaba nevado en muchas partes de la ciudad, cada calle, cada acera, cada coche. La temperatura era de unos menos seis grados, aunque con el viento la sensación térmica era de aún menos grados, pero aún así le echamos valor y decidimos ir a visitar el icono de la ciudad, la puerta de Branderburgo.

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Esta antigua puerta de acceso a la ciudad de Berlín fue punto importante y estratégico de hombres tan importantes en la historia como Federico de Prusia, Napoleón o Hitler. A pesar de ello es relativamente moderna, data del año 1788.

Las bajas temperaturas tienen sus inconvenientes, pero también sus ventajas. Gracias a esta situación pudimos hacer unas estupendas fotos y casi insólitas en la Puerta de Branderburgo, puesto que la plaza estaba vacía. Fue un buen momento. Tras esto, nos volvimos a nuestra casa alemana para dormir y descansar.

Al día siguiente visitamos la torre de la televisión en Alexander platz, una de las plazas principales de la ciudad. Es una plaza moderna, con edificios nuevos. A la torre no pudimos subir puesto que había una cola inmensa, así que nos marchamos para hacer el free tour desde la puerta de Branderburgo.

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En el free tour nos explicaron la reciente e impactante historia de esta ciudad. Visitamos el monumento al holocausto, 20000 metros cuadrados de bloques de hormigón para recordar a aquellos miles de judíos asesinados.
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Tras muchas historias y anécdotas sobre los períodos más importantes que ha vivido Berlín (Primera y segunda guerra mundial, Caída del muro de Berlín), llegamos a la parte más visual y con más monumentos de Berlín. Con algunas iglesias y algunos edificios bastante espectaculares, que recuerdan por su magnitud un poco a Viena. Pero como nota negativa se les nota la reciente creación de estos monumentos, algunos aún sin terminar.
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Terminamos el free tour en la catedral, bastante impactante y bonita, punto destacable en la ciudad.
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Todo el recorrido lo hicimos a una sensación térmica de menos trece grados, menos mal que íbamos bien abrigados. Sorprendente fue que con los menos trece grados viéramos a una pareja de novios haciéndose fotos en la puerta de la catedral, y especialmente ella llamaba la atención pues tenía toda la espalda al aire.
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Íbamos comiendo alguna salchicha alemana entre horas y no hicimos una parada especial para comer, así que nada más terminar el free tour fuimos a ver por nuestra cuenta una parte del muro de Berlín que sigue en pie y que resulta maravilloso por los espectaculares grafitis que lo adornan.
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Cuando ya no soportábamos más el frío, y estábamos a punto de la inmovilización facial, fuimos en busca de un bar donde estuvimos hasta tarde degustando la cerveza típica berlinesa (la Berliner), muy buena, pero nada que ver con las cervezas de Praga. Cerveza! Cerveza!.

El domingo por la mañana fuimos a visitar el mercado de las pulgas, donde se vendían miles de objetos de segunda mano, pero especialmente se sentía un ambiente alemán bastante especial y diferente.

Tras comer de nuevo salchichas alemanas fuimos a visitar el parlamento, otro de los puntos destacables de la ciudad, que con todo el césped nevado resultaba de postal.
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Por último, un paseo por el enorme parque Tiergarten que comienza en el parlamento alemán puso punto y final a nuestra visita a una de las ciudades más importantes del mundo.
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Como conclusión hay mucho que decir, aunque quizás también que discutir, pues cada persona tiene sus propios gustos e impresiones.

Berlín es una de las ciudades más visitadas del mundo, y especialmente, lo que atrae a los turistas es su historia. Pero hay que decir que esta historia que Berlín ofrece es bastante reciente, y por tanto su estructura de ciudad es moderna. Tan simple como que es una ciudad con unos 700 años, frente a los 3000 años que puede tener Cádiz o nuestra ciudad Medina Sidonia. Lo que sí es cierto es que Berlín tiene una impactante historia, y precisamente tal impacto viene por lo cercano a nuestros días.

Bien es conocido por todos la historia de la segunda guerra mundial, así como la división de Alemania con el muro de Berlín, por lo que no viene al caso comentarla aquí. Y es precisamente andar por las calles donde ocurrió todo esto, y la gran cantidad de monumentos que lo recuerdan, lo más interesante de Berlín. Este ambiente de haber tenido unas épocas muy difíciles en toda su historia, y ver una ciudad recuperada ciertamente de todo aquello es lo que hace de Berlín una ciudad especial.

Por otra parte, monumentalmente está muy limitada, marcada por su tardía creación y sobre todo por su casi total destrucción en la segunda guerra mundial. Hemos tenido la posibilidad de visitar tres ciudades alemanas: Nuremberg, Friburgo y Dresde y creo que todas tienen monumentalmente más que ofrecer que Berlín. Y quizás Friburgo no, pero resulta más bonita, pues Berlín es una ciudad enorme y precisamente sus puntos de interés no están todos reunidos en el mismo sitio.

Pero sin duda es una ciudad que es necesario conocer, pues también es justo decir que a pesar de su tamaño Berlín resulta una ciudad acogedora, y sobre todo llena de vida y libertad. Y seguramente será porque le tocó tantos años de muerte y dictadura que ahora brotan de sus habitantes lo contrario. Tienen tan reciente esa falta de libertad y ese sufrimiento que estoy seguro que lo valoran mucho más y eso se nota en su ambiente, en su gente y en definitiva, en la sensación que te trasmite esta ciudad.

Pirineo Catalán

Las pasadas navidades estuvimos en Girona. Girona es una provincia con muchos atractivos. Nuestro viaje estuvo centrado en el pirineo pero no dejamos de visitar su capital, ni tampoco alguno de sus pueblos más característicos.

La ruta que hicimos y que recomendamos la podéis ver pulsando aquí

Nuestra ruta comenzaba y terminaba en Barcelona, ya que fuimos hasta allí en avión y desde el mismo aeropuerto teníamos alquilado un coche para los cuatro días.

Reservamos con antelación, por lo que tomamos el avión por 60 euros i/v y el coche por 60 € más la gasolina que gastamos.
Partimos en coche hacia los pirineos, donde en un pequeño pueblo semi-abandonado, a mil trescientos metros de altura nos esperaba la Familia Inglada. Nuestra estancia en Ventolá fue posible gracias a uno de los intercambios de casas que realizamos. Ya hablaremos en otra ocasión más detenidamente sobre los intercambios de casas. Pero resumidamente, como podéis imaginar, nosotros hemos estado en casa de una familia y ellos vendrán algún día a la nuestra, una estupenda forma de viajar.

La Familia Inglada tenía la casa calentita y además nos había preparado unos aperitivos, entre ellos el típico «pantumaca». El recibimiento fue inmejorable, gracias desde este blog a Josep, su mujer y su hija. Estuvimos charlando un buen rato con ellos y ya se fueron para Barcelona, donde residen habitualmente. La casa es una típica casa de los pirineos; piedra y madera, y con unas vistas increíbles.

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Josep, además de darnos las llaves de la casa nos dio las llaves de la iglesia románica de este pueblecillo, que pertenece a los vecinos. La visitamos de noche, por lo que hacía más mágica aún la visita.

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A parte de unas seis casas habitadas y otras tantas vacías, el pueblo lo único que tiene es un restaurante, Casa Ana. Nos lo recomendó Josep y es un lugar estupendo para comer mucho y barato. Buena cocina catalana y la dueña muy amable. Recomendamos el sitio, está justo aquí.

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Bueno, a parte de nuestra estancia visitamos los siguientes lugares, elegidos anteriormente tras un estudio por internet.

Estación Vall De Nuria

Es una estación de esquí a la que solo se puede acceder mediante un tren cremallera, lo que hace una idea de lo mágico y perdido que está este lugar. El tren lo incluyen en los forfait. Todo costaba 30 € en temporada alta. El tren se puede tomar desde Ribes de Freser o Queralbs. El tren transcurre por unos túneles y unos acantilados espectaculares. Paralelo a las vías hay un sendero que debe ser digno de realizar.

Por supuesto la estación es un buen sitio para esquiar, aunque es una estación pequeña y familiar, pero sin colas. Nosotros aprovechamos para probar por primera vez la experiencia del esquí, pero nos quedamos con la belleza de este singular lugar.

La estación se construyó allí aprovechando un antiguo monasterio enclavado en la montaña, adornado por un enorme lago.

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Queralbs

Es uno de los pueblos desde donde se puede tomar el tren hacia Vall de Nuria. Es preferible tomarlo desde aquí porque es un poco más barato y para aprovechar para ver este pueblo. Es un pueblo pequeño, todo de piedra y en pleno valle. Muy bonito.

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Estación de la Molina y Masella

Estas son dos estaciones de esquí muy populares, muy completas y con muchísima gente. Por los caminos y carreteras que llevan a las distintas pistas se encuentran unos parajes y unas vistas preciosas. Concretamente nos sorprendió la construcción de una torre de madera muy escondida y no señalizada que tiene unas vistas espectaculares. Está justo aquí.

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Besalú

Ya saliendo de los pirineos, camino de Girona encontramos una auténtica joya medieval, Besalú. Sus murallas y algunos de sus monumentos datan del siglo X. El puente de entrada es lo más espectacular de este pueblo, quizás el más bonito que vimos en Girona.

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Girona

La capital, de la cual nunca habíamos escuchado hablar, queremos decir que ninguno de nuestros amigos o conocidos nos la había recomendado o nos habían hablado sobre ella, y es que es una ciudad pequeña, pero tiene un centro histórico muy bonito. La judería, es un pequeño y maravilloso laberinto. Como monumentos destaca su inmensa catedral, más por dentro que por fuera quizás, ya que por fuera se nota demasiado su última restauración.

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Monells

Este pequeño pueblo, el primero que visitábamos de la comarca del bajo Ampurdán, es también un pueblo completamente de piedra. Es muy pequeño, apenas unas cinco calles y una plaza, pero muy característico. Lo más destacable sus numerosos arcos.

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Peratallada

Otro pueblo íntegramente de piedra y con una muralla medieval, aunque quizás no tenía elementos demasiados característicos lo que le hace tener poca personalidad. Es bonito, pero de todos, el menos recomendado. Aquí comimos, prácticamente en el pueblo lo que más hay son restaurantes, se ve que es un pueblo de domingueros.

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Pals

Como Besalú, una maravilla. Si se pasa cerca, ni Besalú ni Pals deben dejar de ser visitados. Pals está construido sobre una roca desde donde se avista la comarca del bajo Ampurdán. Está a escasos kilómetros del mar, por lo que éste también está presente en sus vistas. Una vez atravesada su muralla, las calles, pequeñas, con recovecos y todas de piedras van subiendo hasta el castillo y la iglesia que se encuentran en lo más alto. Íbamos comentando que parece el decorado de una película cuando empezamos a ver restos de un belén navideño, la verdad que es imposible encontrar un sitio más idóneo para ello. Muy recomendado.

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Destacar el sentimiento independentista que hay en todo Girona. Todo el mundo habla en catalán, no se escucha el castellano, rozando en alguna ocasión lo absurdo cuando en algunos sitios ni quisieron hablarnos castellano, cuando nosotros somos andaluces. Muchísimas banderas independentistas, incluso en los edificios públicos.

La última noche la pasamos en Barcelona, dormimos en casa de nuestro gran amigo Diego, que nos la cedió generosamente. Estuvimos paseando por el centro, y por la fecha que era, con un precioso ambiente navideño. La ciudad ya la conocíamos de un anterior viaje, que ya comentaremos en otra ocasión.

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