Este fin de semana fuimos desde Praga a visitar Berlín, la capital de Alemania. Esta vez fuimos acompañados de los granainos Alex y Carmen, y de Clara, sevillana, que están trabajando con la beca Leonardo con Inma aquí en Praga.
El alojamiento como otras veces lo conseguimos intercambiando la casa del campo, a donde la familia alemana irá en septiembre, y para desplazarnos alquilamos un coche. Estas ciudades distan de unas 3 horas y media, aunque la ida fue un poco más larga ya que durante parte del recorrido nos cogió una nevada, y casi en todo el recorrido el carril izquierdo estaba nevado y no se podía adelantar con facilidad. Pero bueno, con seguridad y paciencia llegamos a Berlín a las diez y media de la noche.
El gran problema del coche, por el contrario de un medio de transporte público, era el aparcamiento. Ya nos había advertido la dueña de la casa que por la zona era casi imposible aparcar, pero tuvimos una suerte excepcional y justo en frente de la puerta encontramos el único hueco libre que había en toda la manzana, la mujer no se lo creía. Empezó bien la cosa. Subimos a la casa y conocimos a la dueña (Antonia), la cual fue muy simpática y amable, nos enseñó la casa y tras hablar un rato con Alex que era quién mejor se desenvolvía con el inglés, se marchó.
Estábamos en Berlín y teníamos que aprovechar, pero entre que salimos tarde y que tuvimos un problema con la máquina de tickets del Metro, cuando fuimos a cenar era la una de la madrugada y no nos quedó otra opción que cenar en un McDonals en la zona económica de la ciudad, Postdamer Platz.
Hay que decir que Berlín estaba nevado en muchas partes de la ciudad, cada calle, cada acera, cada coche. La temperatura era de unos menos seis grados, aunque con el viento la sensación térmica era de aún menos grados, pero aún así le echamos valor y decidimos ir a visitar el icono de la ciudad, la puerta de Branderburgo.
Esta antigua puerta de acceso a la ciudad de Berlín fue punto importante y estratégico de hombres tan importantes en la historia como Federico de Prusia, Napoleón o Hitler. A pesar de ello es relativamente moderna, data del año 1788.
Las bajas temperaturas tienen sus inconvenientes, pero también sus ventajas. Gracias a esta situación pudimos hacer unas estupendas fotos y casi insólitas en la Puerta de Branderburgo, puesto que la plaza estaba vacía. Fue un buen momento. Tras esto, nos volvimos a nuestra casa alemana para dormir y descansar.
Al día siguiente visitamos la torre de la televisión en Alexander platz, una de las plazas principales de la ciudad. Es una plaza moderna, con edificios nuevos. A la torre no pudimos subir puesto que había una cola inmensa, así que nos marchamos para hacer el free tour desde la puerta de Branderburgo.
En el free tour nos explicaron la reciente e impactante historia de esta ciudad. Visitamos el monumento al holocausto, 20000 metros cuadrados de bloques de hormigón para recordar a aquellos miles de judíos asesinados.
Tras muchas historias y anécdotas sobre los períodos más importantes que ha vivido Berlín (Primera y segunda guerra mundial, Caída del muro de Berlín), llegamos a la parte más visual y con más monumentos de Berlín. Con algunas iglesias y algunos edificios bastante espectaculares, que recuerdan por su magnitud un poco a Viena. Pero como nota negativa se les nota la reciente creación de estos monumentos, algunos aún sin terminar.
Terminamos el free tour en la catedral, bastante impactante y bonita, punto destacable en la ciudad.
Todo el recorrido lo hicimos a una sensación térmica de menos trece grados, menos mal que íbamos bien abrigados. Sorprendente fue que con los menos trece grados viéramos a una pareja de novios haciéndose fotos en la puerta de la catedral, y especialmente ella llamaba la atención pues tenía toda la espalda al aire.
Íbamos comiendo alguna salchicha alemana entre horas y no hicimos una parada especial para comer, así que nada más terminar el free tour fuimos a ver por nuestra cuenta una parte del muro de Berlín que sigue en pie y que resulta maravilloso por los espectaculares grafitis que lo adornan.
Cuando ya no soportábamos más el frío, y estábamos a punto de la inmovilización facial, fuimos en busca de un bar donde estuvimos hasta tarde degustando la cerveza típica berlinesa (la Berliner), muy buena, pero nada que ver con las cervezas de Praga. Cerveza! Cerveza!.
El domingo por la mañana fuimos a visitar el mercado de las pulgas, donde se vendían miles de objetos de segunda mano, pero especialmente se sentía un ambiente alemán bastante especial y diferente.
Tras comer de nuevo salchichas alemanas fuimos a visitar el parlamento, otro de los puntos destacables de la ciudad, que con todo el césped nevado resultaba de postal.
Por último, un paseo por el enorme parque Tiergarten que comienza en el parlamento alemán puso punto y final a nuestra visita a una de las ciudades más importantes del mundo.
Como conclusión hay mucho que decir, aunque quizás también que discutir, pues cada persona tiene sus propios gustos e impresiones.
Berlín es una de las ciudades más visitadas del mundo, y especialmente, lo que atrae a los turistas es su historia. Pero hay que decir que esta historia que Berlín ofrece es bastante reciente, y por tanto su estructura de ciudad es moderna. Tan simple como que es una ciudad con unos 700 años, frente a los 3000 años que puede tener Cádiz o nuestra ciudad Medina Sidonia. Lo que sí es cierto es que Berlín tiene una impactante historia, y precisamente tal impacto viene por lo cercano a nuestros días.
Bien es conocido por todos la historia de la segunda guerra mundial, así como la división de Alemania con el muro de Berlín, por lo que no viene al caso comentarla aquí. Y es precisamente andar por las calles donde ocurrió todo esto, y la gran cantidad de monumentos que lo recuerdan, lo más interesante de Berlín. Este ambiente de haber tenido unas épocas muy difíciles en toda su historia, y ver una ciudad recuperada ciertamente de todo aquello es lo que hace de Berlín una ciudad especial.
Por otra parte, monumentalmente está muy limitada, marcada por su tardía creación y sobre todo por su casi total destrucción en la segunda guerra mundial. Hemos tenido la posibilidad de visitar tres ciudades alemanas: Nuremberg, Friburgo y Dresde y creo que todas tienen monumentalmente más que ofrecer que Berlín. Y quizás Friburgo no, pero resulta más bonita, pues Berlín es una ciudad enorme y precisamente sus puntos de interés no están todos reunidos en el mismo sitio.
Pero sin duda es una ciudad que es necesario conocer, pues también es justo decir que a pesar de su tamaño Berlín resulta una ciudad acogedora, y sobre todo llena de vida y libertad. Y seguramente será porque le tocó tantos años de muerte y dictadura que ahora brotan de sus habitantes lo contrario. Tienen tan reciente esa falta de libertad y ese sufrimiento que estoy seguro que lo valoran mucho más y eso se nota en su ambiente, en su gente y en definitiva, en la sensación que te trasmite esta ciudad.